¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!
la Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor, Dios nuestro.
Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!
haced de nuestras almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas
Señor, Dios nuestro.
Himno de las I Vísperas
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