viernes, 5 de junio de 2009

MI EXPERICIENCIA EN EL ROCÍO









por JUAN SOUZA, párroco de San Pablo
Agradezco a la Hermandad Rociera de San Antonio la invitación para acompañarlos en la romería hasta la ermita de la Blanca Paloma. Con mucha ilusión y con un total desconocimiento de lo que viviría en los días siguientes, me convierto en un romero más de los muchos que durante el fin de semana de Pentecostés nos acercaríamos hasta los pies de la Virgen del Rocío, en Almonte.En avión hasta Sevilla, autobús hasta Villalba del Alcor y caminata hasta la ermita del Rocío. Nos incorporamos a nuestra “hermandad Madrina” de Villalba del Alcor y unidos a ellos iniciamos, por caminos de tierra, una romería cargada de espiritualidad mariana, de convivencia y de auténtica alegría. Encabeza la comitiva “el Simpecado”, que es llevado en una carreta arrastrada por dos hermosos
bueyes guiados por su boyero que en todo momento marca perfectamente el ritmo del grupo. Realizamos paradas para rezar, descansar y alimentarnos. Experimentamos la dureza del camino con viento fuerte en algún momento, pero a la vez, disfrutamos con la vista de campos de girasoles, viñedos, olivos, encinas…
Nos acompaña el párroco de Villalba, que había sido también párroco de Almonte. Hablamos de la fe de estos pueblos, de la escasez vocacional, de la distribución de los sacerdotes, etc. Al llegar a la iglesia de Almonte somos recibidos por jinetes a caballo en formación, y desde ahí nos dirigimos al pinar donde acamparemos hasta el día siguiente. Me doy cuenta de que no camino solo, camina la Hermandad; se habla, se comparte, se crea confianza, cercanía, ayuda mutua… Por la noche, después de cenar rezamos el rosario a las 12 de la noche ante la imagen del “Simpecado”. Finalizado, unos se van al saco de dormir, y otros permanecen reunidos en ambiente familiar. A pesar del cansancio del día, las sevillanas rocieras resuenan durante toda la noche.
Un nuevo día, lo iniciamos con la celebración de la Eucaristía, y después del desayuno nos preparamos para continuar el camino. Bajo nuestros pies arena densa, y muy cerca del camino enormes invernaderos de fresones. Los probamos,ya que fuimos obsequiados con una caja de ricos y enormes fresones. A media mañana, una parada a la sombra para descansar y rezar el Ángelus. No es necesario insistir que los cantos rocieros y los bailes son constantes a lo largo de la romería.
Por la tarde llegamos a la aldea del Rocío. Nos reciben con cantos las hermandades ya instaladas y nos regalan un rebujito y una lluvia de agua refrescante a base de manguerazos. Nos instalamos en la casa preparada para nosotros y realizamos la primera visita a la Virgen del Rocío en su ermita. Mucha emoción y momento de agradecimiento a la Virgen por acompañarnos durante el camino y permitirnos llegar hasta su imagen en las marismas.
Diego, el Hermano Mayor nos recuerda a todos el significado de la romería y nos informa de los actos religiosos a los que debemos asistir. Contemplamos la constante llegada de hermandades que son recibidas con aplausos y cantos. Caballos, carretas, imágenes del “Simpecado”, multitud de peregrinos… un ambiente único cargado de fe y devoción mariana. De nuevo el merecido descanso, esta noche en literas.
El sábado es el día de la presentación de las hermandades ante la Hermandad matriz, delante de la fachada de la ermita. Horas y horas de espera, bajo un sol sofocador. Nosotros pasamos a las 18,30 de la tarde. Se ha incorporado a la romería el alcalde de San Antonio, José Salas, junto con la concejala de fiestas y asuntos sociales. En la casa preparada para nosotros nunca falta la comida ni los bailes sevillanos. Auténtico ambiente de fiesta donde no hay desconocidos, solamente romeros unidos por la devoción a la Blanca Paloma.
El domingo por la mañana participamos en la eucaristía presidida por el cardenal de Sevilla, y concelebrada por dos obispos y varios cientos de sacerdotes. El orden, la puntualidad y la devoción están presentes en todos los actos organizados. Difícil de calcular el número de romeros, pero a pesar de la multitud la organización consigue que se respire orden y devoción en medio de la gran masa de gente. Emocionante el rosario nocturno cantado y la procesión de todas las hermandades hacia el lugar que les corresponde a cada a cada una para esperar y rendir honor al paso de la Virgen del Rocío, cuando de madrugada los almonteños la porten a hombros, recorriendo la aldea y saludando a cada una de las hermandades allí congregadas.
Al mediodía del lunes, la Blanca Paloma regresa a su ermita y es en ese momento cuando una cierta tristeza invade el corazón de los romeros. La entrada de la Virgen indica el final y ya se comienza a hablar de los preparativos para repetir el próximo año.
Me quedo con la experiencia de una vivencia estupenda, vivencia de hermandad y de oración, de fiesta. Gracias a los rocieros de San Antonio por haberme invitado a acompañaros en esta romería; gracias a la Virgen del Rocío por acompañarnos durante el camino de la vida. ¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO! .

1 comentario:

  1. Gracias por acercarnos lo que has vivido en está romería de la virgen del Rocio. Normanlmente lo que conocemos es el famoseo y todo lo malo que hay alrededor de ella. Me encanta que nos abras la parte menos conocida pero la que cuenta de cómo vive la gente normal su fé en la virgen, su manera de convivir y hacer el camino. Felicidades

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