sábado, 26 de marzo de 2011

La belleza de la fe


Ante todo quiero comenzar diciendo que no es fácil expresar con palabras, ya sean escritas o habladas,  lo que viví el fin de semana del 19 y 20 de marzo en el convento de hermanas de la nueva orden Iesu Communio,  con más vocaciones jóvenes de España, situado en Lerma-La Aguilera (Burgos).

Mucho había oído acerca de este convento y de la alegría interior con la que regresaban todos los que allí iban. Pues bien, quiso Dios, que dos hermanas muy cercanas a mi familia (hermanas de mi nuera), ingresaran en el convento, una de 23 años y otra de 22. Así que llegó la invitación personal para asistir a la celebración de su ingreso, una ingresaba el día 19 y la otra el 20.  Nos pusimos en marcha gran parte de mi familia hacia Burgos, y tengo que decir, que aunque el motivo del viaje me parecía importante, lo que más movía mi corazón era encontrarme con mis hijos que se encuentran fuera de Ibiza.


Pues bien, de todo se vale  Dios para hablarte al corazón. Yo también he vuelto con esa alegría interior que nadie te puede quitar. Y ¿porqué?, ¿qué he visto allí?, ¿qué he sentido allí?. Ahí voy cuando digo que no sé si podré explicarlo con palabras. Yo he ido allí con mi propia “mochila” llena de las preocupaciones y responsabilidades de la vida. Esta “mochila” a veces está un poco más gorda ya que se acentúan los problemas, y si bien no los rechazo, si es verdad que a veces se hacen más pesados, y necesito con más fuerza saber que Dios está ahí, junto a mí, dándome cada día la fortaleza para estar en medio de la misión que tengo tanto en mi familia, como en medio de todo lo que rodea mi vida.  Ya nada más comenzar nos explicaron cual era su misión (misión que estaba reflejada en un cuadro y del que nos explicaron su catequesis), ésta no es otra que rezar por toda la humanidad. Así, puede parecer muy general, ¿dónde estoy yo en medio de esa ”toda la humanidad“? . Pues bien, viendo el cuadro  encontré la individualidad , ese rezar por mí concretamente. El cuadro tiene de fondo un gran sol figurando a JESUCRISTO RESUCITADO, y hay una figura de una mujer en la tierra postrada en oración como figura de LA IGLESIA ORANTE, y recostado sobre esta mujer hay un HOMBRE CON UNA MOCHILA en la espalda, figurando  que descansa y comparte el peso de su mochila con la Iglesia, anunciando que no está ”sólo”.  Yo sentí ya desde ese momento la caricia de Dios que me recordaba y afirmaba que no estoy sola y que mi “mochila”  de la que hablaba antes no tenía porqué llevarla sola, ellas me ayudarían a llevarla y no con sudores y pesadez, sino con alegría y amor. Me resonó el pasaje del Evangelio “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera“. Pero no sólo me resonó este pasaje de la Biblia, viendo las caras de todas las hermanas no podía más que pensar en Moisés que cubría su rostro con un velo porque reflejaba la gloria de Dios, ciertamente todas ellas reflejaban en sus caras  la gloria de Dios, fruto del Espíritu Santo.

Es particular de esta orden que en el locutorio se compartan testimonios, tanto de las hermanas como de las personas que acudan allí. En este caso las personas que nos encontrábamos allí  para el ingreso de estas dos jóvenes procedíamos de Mallorca, Ibiza, Valencia, Madrid, Soria, por lo que el tiempo del locutorio duró varias horas tanto el sábado como el domingo, horas que me parecieron minutos, y que de nuevo me hicieron resonar otro pasaje del Evangelio …·Maestro que bien estamos aquí, hagamos tres tiendas---”  y que Dios confirmó en la eucarístia, ya que era el evangelio del día. Verdaderamente los testimonios de las hermanas desbordaban sabiduría, discernimiento, amor, gratitud, todo ello fruto sin duda de la interiorización en la oración.

Verdaderamente he contemplado la belleza de la fe, de la amistad con Dios, pero también  sé que esta belleza no está destinada sólo para ellas, también yo estoy llamada a tenerla aquí fuera. He llorado mucho este fin de semana, pero no ha sido un llanto de tristeza sino un llanto de sentirme cerca de Dios y de todas estas hermanas que no son unas extrañas para mí, ni yo para ellas, quiero concluir diciendo que en todo momento me sentí “en casa”. 

María Jesús Gómez Guasp

1 comentario:

  1. Por favor, MªJosé, ¿podría facilitarme un correo electrónico o un teléfono para ponerme en contacto con usted? Es para solicitarle permiso para utilizar la foto de este artículo en algo relacionado con la Jornada Mundial de la Juventud. El caso es que es urgente. Si pudiera ser entre hoy y mañana, se lo agradecería.

    ¡Gracias!

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