¡Allá
vamos!
El
día empieza con el toque de campana, a las 6.15h (ya te dije que era prontito),
menos las Solemnidades y los Domingos, que descansamos hasta las 7.00h.
A las 6.45h, antes de empezar el rezo de la
mañana, exponemos el Santísimo, que está expuesto durante todo el día, hasta
las 18.00h. Y…
…Empezamos el
rezo con el Oficio de Lectura, seguido
de Laudes.
A
continuación del rezo de Laudes, dedicamos un tiempo a estar con Jesús, a la
oración. El tiempo de oración silenciosa suele durar 1h, después de la cual se
empieza el rezo de una Hora Intermedia[1],
más concretamente Tercia.
A
Tercia, le sigue el desayuno y….
A
partir de allí, cada Hermana continua el día, en el oficio que le toca, sea
tornera, enfermera, ropera… Y las que no han profesado, es decir yo, se dedica a
la formación, al estudio de diferentes asignaturas que se van desarrollando
durante el año.
Durante el día, para que Jesús no se quede en ningún
momento solo, hacemos turnos de vela. Cada Hermana tiene 1h durante el día, en
la cual se dedica a la oración, a estar con Jesús, a acompañarle. Esta hora de
vela, es muy importante para nosotras, ya que nos ayuda a continuar la oración
incesante durante toda la jornada (a mí personalmente, esta hora de vela, junto con la Eucaristía, es la que
me da fuerzas para seguir el día y dependo mucho de ella).
A
las 12.30, nos juntamos, y rezamos otra Hora Intermedia, Sexta, seguida de la
Corona Franciscana[2].
Comemos
a la 13.30h, y después hacemos un rato
de recreación, hasta las 15.00h, tiempo en que rezamos la otra hora intermedia,
Nona, con la cual da comienzo el tiempo de silencio, que se prolongará hasta
las 16.15.
A
las 16.15, cada una de las Hermanas vuelve a su oficio, a su tarea…
…Y
a las 18.00h, paramos la tarde, para centrar y poner todo nuestro ser, alma,
mente y corazón en la Celebración de la Eucaristía, que es el centro de nuestra
fe y forma de vida y por tanto nuestro alimento diario del alma.
A
continuación de la Eucaristía, le siguen el rezo de Vísperas, las cuales las
hacemos cantadas, con una mayor solemnidad, dándole así el primor al canto. El
tiempo que queda desde que se finaliza el rezo hasta la cena solemos dedicarlo
a la lectura espiritual, con el fin de ir creciendo espiritualmente.
A
las 20.30, la cena, y le sigue otro rato
de recreo…
Hasta
las 21.45, que rezamos las Completas[3],
que son la oración antes de acostarse, que suele ser sobre las 22.15h.
Amigo/a,
acabas de conocer un día de nuestra vida. Tengo que añadir, que a veces suelen
cambiar actos o tareas por diferentes causas… como ahora, que estamos empezando
los turrones y pastas de Navidad y le dedicamos más tiempo (por supuesto,
manteniendo el rezo y la oración, que es
lo que da sentido a nuestra vida).
Y ¿De qué vivimos?
Principalmente de la providencia, de lo que Dios nos va dando cada día a través de
bienhechores. Pero, como he dicho,
también nos dedicamos a hacer pastas durante el año.
Espero que te haya
gustado. Si quieres comentar, preguntar... algo, puedes hacerlo a través de: clarisaspalmademallorca@yahoo.es. Nosotras, por amor a Dios, te
contestaremos.
PD: Ya se acerca el
momento de la Toma de Hábito (24 de Noviembre, Cristo Rey) y necesito muchas,
muchas oraciones. ¡Ya te contaré como ha ido, el próximo día que nos veamos!
Pd2: Después de
Navidades te presento a “La comu”.
Un abrazo.
Hermana Alba
[1]
La Hora Intermedia es una hora
litúrgica muy breve (himno, tres fragmentos de salmo, una lectura bíblica
brevísima y la oración final), que permite interrumpir las tareas del día para
recordar al Señor durante el trabajo. Se puede rezar a media mañana, a mediodía o a media tarde. Para
cada uno de esos momentos hay una distribución de lecturas, y la oración se
llamará de Tercia, Sexta o Nona (por los antiguos nombres de las horas
romanas).
[2]
San Francisco "circundaba de amor indecible a la Madre del Señor Jesús,
por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad y haber tenido
misericordia de nosotros. En ella sobre todo, después de Cristo, ponía toda su
confianza y por eso la hizo abogada suya y de sus hermanos. Los siete gozos de
la Virgen es una devoción franciscana parecida al Rosario.
Es una oración muy
sencilla, asequible para todos los que desean honrar a la Virgen María,
reviviendo con ella algunos misterios de la vida de su Hijo Jesucristo.
La corona franciscana
consta de 72 avemarías, con la meditación de las siete principales alegrías que
la Virgen experimentó a lo largo de los 72 años que, según la tradición, duró
su peregrinación por este mundo.
[3]
Las completas:
oraciones del oficio divino al acostarse. Consiste en recitar uno o dos salmos,
lectura breve, responsorio, oración y un himno a la virgen
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